viernes, 9 de septiembre de 2011

Las nuevas placas se entregan a buses y microbuses aunque contaminen

Los buseros y microbuseros tienen el "compromiso" de subsanar el problema.



La mayoría de enfermedades pulmonares están ligadas directamente a la contaminación del aire por el consumo de humo del cigarrillo y humaredas de vehículos, especialmente autobuses y microbuses.
 Anualmente mueren más de 10 mil niños por los efectos de la contaminación del aire y en el centro de San Salvador, un estudio de FUSADES revela que la contaminación generada por el dióxido de nitrógeno y el azufre que contienen los combustibles es altamente dañino para las personas de todas las edades.
 El año pasado el Viceministro de Transporte Nelson García y el titular del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Herman Rosa Chávez, aseguraron que con la renovación de placas, uno de los requisitos indispensables para otorgarlas iba a ser que todos los vehículos, especialmente buses y microbuses,  pasaran la revisión de gases.
Se llegó el 1 de junio de este año cuando comenzó la entrega de placas y resulta que por acuerdo Ejecutivo, la revisión de emisión de gases no pasa a ser vinculante. A las unidades se les entrega una recomendación simplemente para que “reparen el problema”.
En ese sentido los vehículos livianos y las unidades de transporte deben pasar la revisión de luces y el control externo de llantas más otros requisitos burocráticos, pero de ninguna manera la emisión de gases.
 En ese sentido, en tres meses se han entregado cientos de placas autobuses de todas las rutas, independientemente de si expelen humo negro sin ningún proceso catalizador.
Uno de los empleados encargados de la entrega de placas señaló que a los autobuses que contaminan se les entrega una recomendación para que subsanen el problema y en otras ocasiones ni siquiera se comprueba si expelen humareda. El documento de revisión de gases no es vinculante.
  “Es que no es requisito, es una concesión que nos han permitido, a nosotros no nos piden una revisión técnica de emisión de gases”, dijo Óscar Mendoza, propietario de un microbús de 30 pasajeros, el cual evidentemente contamina, pero ya cuenta con placas nuevas.
 Según Mendoza, a él ni a ninguno de los miembros de la cooperativa donde tiene su unidad les han pedido ningún tipo de revisión.
Un empleado confirmó que es opcional hasta ahora. “Si traen la revisión que bueno, de lo contrario no se les puede negar las placas por esa circunstancias”, dijo.
 Añadió que hay un trato “especial” para microbuseros y buseros. A los vehículos particulares se les hace una exhaustiva revisión de luces, pero se ha autorizado  a autobuses con las vías quebradas, sin que les funcionen las luces de retroceso o sin que cumplan con todos los requisitos.
Añade que han corroborado que en el caso de microbuses los llevan con las luces completas, pero luego se han dado cuenta que son faroles o vías prestadas por otras unidades.
 A los autobuses se les pide que enciendan las unidades, pero no que aceleren,  pese a que se sabe que es cuando aceleran que producen humo excesivamente negro.
DIARIO LA PÁGINA presenci{o cuando se entregaban placas a un microbús de la ruta 7, el cual expelía una humareda negra y además no le funcionaban las luces de cortesía, el empleado qque se negó a dar el nombre por temor a un despido, señaló que el propietario se comprometió a subsanar ambos problemas.
Se desperdicia la oportunidad
El neumólogo Enrique Coto, consideró que el Estado desperdició la “maravillosa” oportunidad de contribuir a la salud de los salvadoreños, pues si hubiera obligado a la revisión de la emisión de gases, hubieran evitado miles de casos de sinusitis y enfermedades del esófago que son producidas por la emisión de gases tóxicos por los combustibles.
“El 40 por ciento de los pacientes que atiendo vienen con dolencias crónicas del sistema respiratorio, debido a que respiran aire contaminado en el centro de San Salvador”, dice Coto.
 Agrega que las pruebas han demostrado que el humo generado principalmente por autobuses y microbuses tiene un alto contenido de azufre, a tal punto que en laboratorios se ha detectado que en el país los combustibles contienen hasta 5 mil partes por millón, lo cual rebasa los límites permitidos y recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que propone un máximo de 500 partes por millón.
El mismo ministro Rosa Chávez reconoció el año pasado que hace falta una ley para regular la composición de los combustibles.
 Mientras la ley no se ajusta, la ocasión era la idónea. Muchos autobuses y microbuses sin catalizadores han recibido placas y tienen toda la autoridad legal para seguir circulando y contaminando el ambiente y dañando la salud de los pobladores.
El médico Armando Sánchez, neumólogo infantil, asegura que el humo que expelen los vehículos, principalmente buses y autobuses, es más letal, incluso, que el humo de cocina o de cigarrillos, porque contienen partículas finísimas que al acumularse en una parte del esófago o de las fosas nasales, causan tumores cancerígenos que se desarrollan con suma rapidez.
 Además ese humo al contener partículas se vuelve pesado y no se expande en el aire ni es trasladado por el viento. Se queda en el ambiente hasta que es consumido por los ciudadanos.
“Usted solo vea como quedan las paredes de casas y edificios por donde pasan los buses, se ennegrecen rápidamente, pues así se hace una costra dentro de nuestro organismo”, añade el profesional.
En su momento el viceministro García señaló que la contaminación generada por los gases de los combustibles no tiene relación con el color negro. “Humo negro no necesariamente es contaminación”, dijo. No obstante, la licenciada en química y farmacia y especialista en análisis de gases, Martha de Serrano, señaló que entre más negro se expele el humo, implica mayor cantidad de partículas que no se elevan y que se quedan en el ambiente esperando quien las respire.
 El humo más contaminante es el que producen las llantas quemadas, luego el humo negro del combustible quemado, especialmente si es diesel. Eso es letal para el organismo, asegró de Serrano.
Para esta profesional el Estado no solo desperdició la oportunidad de sanear un poco el medio ambiente, sino también permite la tolerancia de un sistema de transporte que es el mayor contaminante en términos industriales.
  En su momento el presidente de la la Asociación de Empresarios de Autobuses Salvadoreños (AEAS), Genaro Ramírez, señaló que la culpa de la contaminación por la emisión de gases es de los combustibles, porque en el país se aceptan 5 mil partes de azufre  por millón, cuando en países industrializados y de primer nivel se acepta 50 y nada más. En Estados Unidos, incluso el promedio es de 15 partes por millón.
 Baldomero Escobar señala que sabiendo lo inadecuado de los combustibles que se consumen en el país, existía la obligación de aprovechar la oportunidad para que al menos buses y microbuses contaminaran menos.
 “Es que usted como periodista solo pregunta, pero no entiende que no podemos evitar la contaminación, porque trabajamos con combustibles”, dijo Adela de Carpio, al aceptar que sus buses expelen humo excesivamente negro.
 De acuerdo con de Carpio, al Estado lo que le interesa es recolectar fondos y no subsanar el sistema de transporte.  “Pagamos y nos dan las placas, al principio quisieron regresar a la gente por cualquier cosa, pero ahora ya no lo hacen”, agregó.
 Mientras el Estado sigue entregando placas nuevas a buses y microbuses que expelen humo ennegrecido que contamina el ambiente, más pacientes siguen ingresando con dolencias pulmonares, lo que a priori implica un gasto millonario por un problema que las autoridades actuales no se atreven a resolver.

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