miércoles, 14 de septiembre de 2011

Un sueño truncado por la mano criminal de un policía

Tres mujeres acusadas de coautoría han sido capturadas, mientras que el supuesto homicida sigue prófugo de la justicia.




Erick Vladimir Ángel Osorio tenía todo para triunfar en la vida. Era un joven de 22 años, estudiante de último año de Contaduría Pública  en  una universidad privada y con una bonita novia  con la que pretendía contraer nupcias tras cuatro años de noviazgo.
El  viernes 11 de febrero pasado, cerca de las 9:00 de la noche,  Ángel junto a otros dos amigos se encontraba  platicando a la orilla de la carretera hacia Comasagua, en el  cantón El Matazano de  Santa Tecla, cuando repentinamente  Heber  Roberto Romero Osorio, de 33 años de edad,   abalanzó su vehículo sobre ellos.
 El conductor al ver frustrada su intención de atropellar a los jóvenes detuvo la marcha y se bajó para reclamarle a Ángel porque supuestamente se le había atravesado. En medio de la discusión comenzaron a lanzarse puñetazos y el universitario que estaba sobrio logró lanzar al suelo   a Romero, que irónicamente era su vecino, su amigo y agente de la Policía Nacional Civil destacado en la División Técnica Científica.
 Romero, que conducía el vehículo placas P 256-859 iba acompañado de tres mujeres, que al ver que éste estaba en el suelo dominado por el joven Ángel, comenzaron a atacarlo a puntapié, hasta que una de ellas, ahora identificada como Glenda Claribel Díaz tomó una piedra y se la estrelló en la cabeza al joven. Ese instante fue aprovechado por Romero que sacó su arma y le disparó en la cabeza al joven.
 Romero abordó el vehículo y junto a Díaz y las otras dos mujeres identificadas como Karla N y Yency Leticia Bonilla Panameño, ésta última  de 36 años de edad y secretaria administrativa en la PNC, huyeron.
 Al sitio llegaron patrullas policiales para auxiliar a  Ángel y lo trasladaron al  hospital San Rafael, desde donde fue transferido al hospital Rosales, mientras algunos agentes se quedaron inspeccionado la escena del delito y recabando información. Precisamente los policías inspeccionaban el área cuando Romero pasó en su vehículo, rumbo a Santa Tecla. El padre del joven lesionado avisó a los agentes, que ignoraron el hecho y permitieron que el sospechoso y sus acompañantes se escaparan. Los agentes fueron investigados por la denuncia, pero al final ninguno fue procesado por favorecimiento de la evasión.
Tres días después, el 14 de febrero, Ángel falleció en el hospital Rosales y según el dictamen forense elaborado por la  médico  María de los Ángeles Álvarez, la víctima falleció por “ trauma craneoencefálico severo producido por proyectil disparado con arma de fuego”
 Dos personas que presenciaron los hechos son ahora los testigos de la Fiscalía y son ellos los que han identificado plenamente a Romero como la persona que disparó. La División de Investigaciones de la PNC  determinó que el arma usada para cometer el crimen no es la que tenía asignada  oficialmente el agente. Una investigación interna arrojó que Romero tampoco tenía permiso para portar arma que no fuera la de su equipo y durante las horas de trabajo.
La versión de los testigos indica que Romero era dominado por Ángel, pero  solo pudo disparar contra su víctima cuando Díaz lo golpeó con una piedra en la cabeza e hizo que el universitario perdiera la conciencia; por lo que la mujer y Romero son acusados de homicidio agravado; mientras que la menor Karla N. y  Bonilla Panameño son acusadas de coautoría, ya que golpearon a la víctimas y contribuyeron a debilitarlo. Según los testigos las mujeres se abalanzaron sobre la víctima a quien golpeaban con sus manos, sus pies y con los tacones de los zapatos.
Las capturas
Romero se dio a la fuga mientras que la secretaria policial seguía sus labores  normales. Fue hasta el 31 de agosto pasado cuando Bonilla Panameño fue arrestada en su lugar de trabajo, por lo que la audiencia especial se realizó el lunes de la semana anterior en el Juzgado Especializado de San Salvador, que tras analizar las pruebas encontró suficientes méritos para sospechar de la culpabilidad de la mujer en el grado de coautoría del homicidio agravado.
Antes había sido capturada Díaz y la menor Karla N, que será procesada en los tribunales minoriles.
El principal autor del homicidio, el ex agente Romero, sigue huyendo, pero ya se decretó la detención en su contra.
Los vecinos de El Matazano, donde vivía Romero y Ángel, no se explican porque ocurrieron los hechos, pues los padres de ambos son amigos y ellos se llevaban bien. Presumen que Romero estaba ebrio o que le tenía envidia a Ángel, un destacado universitario que solía llevarse bien con todos.
El martes 15 de febrero, cuando Ángel fue enterrado, los vecinos salieron a las calles a colocar rótulos llamando a la unidad  contra la delincuencia. Sus compañeros de la Universidad Francisco Gavidia acudieron para unirse a las muestras de rechazo.
Los padres de Ángel, Wilfredo y Sonia, no se sienten satisfechos con el proceder de la PNC, porque el día del hecho dejaron escapar al supuesto homicida principal, quien huye de la justicia, sin que hasta  este día se sepa de su paradero.
 En  El Matazano lo recuerdan como un joven alegre, estudioso y amigable. Igual en la universidad lo señalan como aplicado en los estudios y que solía hablar mucho de su novia, la misma joven con la que se iba a casar y que el 14 de febrero, el Día de los Enamorados, recibió la cruel noticia de la muerte de su novio… el joven que tenía un gran futuro por delante.

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